No es posible hablar de arquitectura en Barcelona sin hablar de Antoni Gaudí. Barcelona es alguien (mucho) en el campo del turismo arquitectónico gracias a la obra del genio de Reus. La típica estampa de una marea de japoneses fotografiando desde todos los ángulos posibles la Sagrada Familia es algo más que un tópico; es la imagen simbólica de un fenómeno que es innegable: Barcelona debe a Gaudí gran parte de su tirón turístico. Basta detenerse junto a la puerta de la Casa Milà, de la casa Batlló o del Palacio Güell (por no hablar del ya mencionado templo expiatorio de la Sagrada Familia) y contemplar las colas de turistas que guardan fila para acceder al interior de los mismos para ser conscientes del tirón turístico de las obras de Gaudí.

A todos esos atractivos gaudinianos de la Ciudad Condal, así como al Parque Güell y a la torre Bellesguard se une ahora un nuevo monumento que, tras una larga y problemática rehabilitación y reforma, ha abierto sus puertas al público por vez primera el pasado 16 de noviembre: la Casa Vicens.

Ubicada en el número 18 de la calle de les Carolines, en el barrio de Gràcia, la Casa Vicens ha permanecido durante más de 130 años bajo dominio privado. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 2005, la Casa Vicens, que es una de las ocho obras arquitectónicas barcelonesas declaradas Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, se encontraba en práctico estado de abandono. Comprada por el banco andorrano MoraBanc, ha sido la propia entidad financiera la encargada de hacerse cargo de los gastos derivados de la rehabilitación de este edificio que, lejos de mostrar el estilo último de Gaudí, aquél que le ha hecho famoso en todo el mundo, muestra las influencias estilísticas de su estancia en Marruecos.

La Casa Vicens es, pues, una obra de juventud de Gaudí. Realizada entre 1883 y 1885, durante el mismo período en que el arquitecto de Reus levantó El Capricho, en Comillas (Cantabria), la Casa Vicens no muestra todavía los detalles “geniales” de la arquitectura gaudiniana, pero sí es la primera obra en la que Gaudí pudo gozar de una cierta autonomía para dejar su sello como autor. La Casa Vicens es, por decirlo de algún modo, la obra de un arquitecto que estaba buscando su propio lenguaje expresivo, su propia marca.

Manuel Vicens fue un corredor de Bolsa que encargó a Gaudí una casa de veraneo en el municipio de Gràcia. Hay que recordar que Gràcia fue un municipio independiente, ajeno a Barcelona (como también lo fueron Sants, Pedralbes, Sant Martí de Provençals y Sant Andreu del Palomar) hasta 1897. En la propia Casa Vicens fue donde su propietario vivió los últimos años de su vida, en un entorno entonces muy poco urbanizado y rodeado de naturaleza. Tras su muerte, fue la viuda del propio Vicens quien vivió allí.

Obra de dos arquitectos

La Casa Vicens presenta una curiosidad arquitectónica que, a simple vista, no es fácilmente visible: tiene partes construidas por dos arquitectos distintos. El uno es el propio Gaudí; el otro, su amigo Joan Baptista Martínez de la Serra. Tras el fallecimiento de la viuda de Vicens, los nuevos propietarios solicitaron una ampliación del edificio. Su intención era convertir lo que hasta entonces había sido una casa unifamiliar en un edificio en el que pudieran alojarse varias familias. Los nuevos propietarios deseaban que el mismo Gaudí realizara la reforma, pero Gaudí no disponía de tiempo para ello. Es por eso por lo que la ampliación y reforma de la Casa Vicens se encargó a Joan Baptista Martínez de la Serra, que fue, finalmente, el responsable de llevarla a cabo.

La reforma que comandó Martínez de la Serra fue muy respetuosa con la idea original de Gaudí, pero las características propias del proyecto hicieron que tuviera que introducir cambios sustanciales en el edificio ya existente. Por ejemplo: sustituir la escalera señorial que Gaudí había diseñado para la entrada de la casa por una escalera de vecinos. Así, en el edificio que ahora contemplamos se mezclan partes diseñadas y construidas por Gaudí con partes diseñadas y construidas por Martínez de la Serra.

La actual reforma de la Casa Vicens ha sido llevada a cabo por un equipo dirigido por Joan Abelló. Una de las primeras barreras que tuvieron que saltar los rehabilitadores de la Casa Vicens fue la de descatalogar como Patrimonio de la Humanidad, algunos elementos que, presentes en el edificio, no habían sido incorporados a la misma ni por Gaudí ni por Martínez de la Serra.

Asesorados por el historiador del arte y profesor Daniel Giralt Miracle, uno de los grandes expertos en la obra de Antoni Gaudí, y de una larga lista de instituciones especializadas en el modernismo arquitectónico, el equipo rehabilitador de la Casa Vicens ha acometido una tarea en la que se han derribado tabiques y se han abierto espacios que posibiliten las visitas turísticas. Se puede decir, pues, que algunos de los espacios interiores de la Casa Vicens guardan poca relación con los espacios originales diseñados por Gaudí. Sí que la guardan más algunos espacios de la planta baja y del primer piso y, sobre todo, el exterior del mismo. Será en esos espacios donde el visitante podrá encontrar elementos estéticos propios de la decoración pensada por Gaudí. Es ahí, en esos espacios, donde brillan la forja, la cerámica, la madera o el papel maché. En este sentido hay que destacar el fumador, el comedor o el dormitorio principal.

La gran pérdida de la Casa Vicens actual respecto a la original no es, en modo alguno, culpa del equipo rehabilitador de la misma. La pérdida del jardín que en otro tiempo daba señorío a la casa es consecuenica de la venta que de los terrenos del mismo hicieron hace años algunos de sus antiguos propietarios. La venta de esos terrenos hizo que se perdieran elementos muy simbólicos como, por ejemplo, el manantial de Santa Rita. En homenaje a ese manantial y a la santa en sí se prevé que el día de su onomástica (el 22 de mayo) la entrada a la Casa Vicens sea gratuita.

La restauración de la Casa Vicens tiene como intención última la explotación de la misma. Se puede comprar la entrada para la visita anticipadamente en la web de la Casa Vicens y en su interior existirá una cafetería regentada por la Escuela de Hostelería Hofmann y una tienda-librería especializada en la obra de Gaudí y gestionada por una cooperativa del barrio. El objetivo es conseguir unos 150.000 visitantes al año que puedan disfrutar de cumplidas explicaciones en las visitas guiadas y que puedan gozar, también, de las actividades pedagógicas que se realicen y de las exposiciones temporales que se muestren.

Concibiendo la Casa Vicens como una “casa-museo”, se ha establecido en la misma una exposición permanente en la que se incluyen maquetas de la casa, un vídeo sobre la misma y algunos elementos más.

Pedro Gómez, consejero delegado de MoraBanc, ha manifestado que el proyecto de Casa Vicens intenta demostrar que el “mecenazgo sostenible” puede ser rentable financieramente a medio plazo. Si eso es así o no sólo puede demostrarlo el tiempo. Mientras tanto, hay que aplaudir una iniciativa que, sin duda, reforzará en estos momentos de vaivenes políticos la imagen turística de Barcelona y su atractivo como lugar vital y destino de inversiones.