Si hay un mercado inmobiliario especialmente salvaje en la actualidad ése es el mercado inmobiliario chino. En un país cuya economía se encuentra a medio camino entre el frenesí capitalista y el sistema comunista tradicional, estabilizar los precios de la vivienda (disparados en los últimos años sobre todo en ciudades como Pekín o Shanghái) se revela como un objetivo prioritario del gobierno chino, que ha decidido dar un golpe de timón en su política inmobiliaria potenciando al máximo la vivienda de alquiler.

Según se decidió en el Congreso del Partido Comunista, celebrado en octubre de 2017, promotoras, constructoras, gobiernos locales, bancos y la bolsa de valores del país deberán comprometerse e implicarse en el respaldo del alquiler. La primera medida del paquete de reformas impulsado por el presidente chino Xi Jinping consiste en la imposición de un impuesto sobre las viviendas de propiedad.

El incremento continuado del precio de los inmuebles se ha convertido en uno de los graves problemas de China. La burbuja inmobiliaria china no hace sino incrementar las desigualdades entre los habitantes del gigante asiático. Para luchar contra dicha tendencia son muchos los grandes complejos de alquiler que están planificados o en fase de desarrollo en muchos puntos de China. Estas medidas que se intentan propulsar desde el gobierno y la tendencia que se está empezando a observar en el mercado inmobiliario chino pueden alterar de manera radical dicho mercado. Algunos analistas apuntan que dicha tendencia puede traducirse en un importante incremento de lo que se conoce como “inquilinos de por vida”, una figura que, cada vez más, está apareciendo en diferentes lugares del mundo. En Alemania, sin ir más lejos, la figura del “inquilino de por vida” es, cada vez, más numerosa.

Tras las subidas de precios continuados durante 13 años, un mercado del alquiler activo y musculado podría servir como factor de moderación de dichos precios. Con esta nueva política, el gobierno chino corregiría en parte los desajustes provocados por la vieja política inmobiliaria. Dicha política, que había potenciado el mercado inmobiliario de propiedad, había alentado el surgimiento de comportamientos especulativos.

Los cambios que se están experimentando en el mercado inmobiliario chino son varios. Los bancos, sin ir más lejos, están ofreciendo líneas de crédito a las constructoras para financiar proyectos de alquiler. Y los municipios de Pekín y Shanghái han realizado subastas de terrenos públicos en las que sólo pueden pujar compañías inmobiliarias que pretendan desarrollar proyectos de alquiler.

Las medidas de las autoridades económicas chinas están orientadas a evitar que pueda pinchar la gran burbuja inmobiliaria china. Estimular la demanda de vivienda en un emergente mercado de alquiler puede ser una manera de lograrlo.