Las cifras, en ocasiones, se pronuncian con demasiada ligereza, sin ser del todo conscientes de su peso y de las exigencias que imponen. Hablamos de desplazados sirios, por ejemplo, de millones de personas que han tenido que marchar de sus hogares para huir de la guerra y sus desastres, y nos ponemos más o menos de acuerdo en la necesidad de dar una respuesta que, desde una doble perspectiva, política y humanitaria, dé respuesta al desafío que para toda comunidad supone la llegada masiva de una población que necesita, en primer lugar, un lugar donde establecerse, es decir, un espacio en el que poder vivir.
Los países que deben dar respuesta a esta urgencia humanitaria lo hacen habitualmente siguiendo unos protocolos internacionales establecidos por la ONU o ACNUR (Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados) y que señalan cómo y de qué manera deben construirse los campamentos en los que acoger a los desplazados. Dicho en plata: qué debe hacerse para construir un campo de refugiados, cuántos metros cuadrados deben tener, cuántos litros de agua deben abastecerlos, cuántas letrinas deben existir, dónde deben emplazarse los servicios médicos y educativos y cómo deben ser éstos. Los nuevos tiempos, sin embargo, exigen nuevas respuestas. Y las respuestas, cuando hablamos de construcción, no sólo deben venir del mundo de la política. También pueden venir del campo de la Arquitectura.
La Arquitectura también tiene algo que decir a la hora de hablar de la construcción de campos de refugiados y, de hecho, lo está haciendo. Cada vez son más los arquitectos que aportan sus ideas para convertir en algo mucho más funcional y, al mismo tiempo, humano, un emplazamiento que, pese a su temporalidad, no se construye para durar dos fines de semana y tres telediarios. Las estadísticas, de hecho, dan una cifra del tiempo de vida de un campo de refugiados que puede resultarnos sorprendente. Un campo de refugiados tiene un promedio de vida de entre siete y diecisiete años. Sin duda, mucho tiempo. Tanto como para que puedan hacerse crónicos ciertos problemas de insalubridad, violencia, abusos sexuales, etc. Veamos cuáles son las últimas aportaciones realizadas desde el mundo de la Arquitectura para mejorar la construcción de campos de refugiados.
Campos de refugiados más humanos
En el siglo XXI no debería concebirse el campo de refugiados, señalan muchos arquitectos, como un simple espacio en el que almacenar gente sin tener en cuenta factores que no tengan que ver en exclusiva con lo funcional o con lo mecanicista. Si tuviéramos que encontrar un lugar en el que esta concepción del campo de refugiados se muestra muy a las claras lo podríamos hacer en Berlín o Bremen. Ahí podemos encontrar lo que se conoce como container city (ciudad de contenedores), un conjunto de contenedores de mercancías habilitados como viviendas para acoger esos refugiados.
El campo de refugiados, señala con una brillante expresión Alejandro Domínguez Villa en su artículo “Arquitectura para refugiados”, editado en el diario El Mundo el pasado 3 de septiembre, es un “germen de ciudad”. Y apunta Domínguez Villa un dato muy interesante: todas nuestras ciudades fueron, en sus orígenes, un campamento. De hecho, muchos campamentos romanos acabaron convirtiéndose en ciudades. Teniendo esto en cuenta, ¿se puede seguir llamando campamento (con todo lo que de provisional conlleva esta palabra) al campo de refugiados de Dadabb (Kenia)? Domínguez Villa lo cita y nos muestra cómo en ese campo de refugiados, el mayor del mundo, malviven cerca de 350.000 personas. ¿Desde cuándo? Desde 1992, ni más ni menos. Demasiado tiempo, sin duda, para considerar a este campo de refugiados un simple campamento.
La construcción de un campo de refugiados, pues, debería prever la posibilidad de que éste se convirtiera en un asentamiento más o menos duradero. Asumiendo eso, debería preverse que el campamento, en su evolución, pudiera cambiar y evolucionar adaptándose en todo momento a las necesidades de quienes, dentro de él, pudieran llegar a experimentar un sentimiento de arraigo que lo humanizase y alejase de esa imagen de “almacén de personas” que habitualmente tienen los campos de refugiados.
Bienal de Arquitectura de Venecia
Sobre estos temas ha tratado Alejandro Aravena, arquitecto chileno y reciente ganador del premio Pritzker (el popularmente llamado “Nobel de la Arquitectura”), en la Bienal de Arquitectura de Venecia. El lema de esta Bienal ha sido Reporting From the Front. Con ese título, la Bienal veneciana ha querido realizar una investigación sobre el rol de los arquitectos para mejorar la vida de las personas alrededor del mundo. Centrando su mirada en la Arquitectura que trabaja limitada por la falta de recursos, la Bienal ha prestado atención, dentro de su amplia programación, a la arquitectura para campos de refugiados.
El ejemplo más claro, en este sentido, ha sido la propuesta de Something Fantastic, un estudio bávaro de reciente creación. Este estudio ha creado el pabellón alemán y, bajo el título global de Arrival City (ciudad de llegada) ha recogido las diferentes propuestas surgidas en su país para impulsar una adecuada arquitectura para campos de refugiados.
Entre todas las propuestas recogidas en el Arrival City hay que destacar la “Light-frame construction hall”. Esta creación se debe al arquitecto alemán Jan Schabert y forma parte de las construcciones creadas en Múnich para acoger a unos 20.000 refugiados. Cada una de las citadas construcciones puede acoger hasta 116 camas y presentan unos elementos de madera con disposiciones flexibles.
Propuestas arquitectónicas para campos de refugiados
Junto a las propuestas destacadas en la Bienal veneciana sobre Arquitectura para campos de refugiados hay que destacar otras que, de un tipo u otro, se han ido realizando en los últimos tiempos a nivel internacional. La firma sueca IKEA, por ejemplo, ha colaborado con ACNUR para diseñar un nuevo tipo de albergue para refugiados. La propuesta de IKEA para los campos de refugiados es más cara que las carpas que habitualmente se están utilizando en éstos pero también más duradera, lo que, finalmente, acaba convirtiéndola en una opción más económica. Una carpa debe cambiarse, por regla general, cada seis meses. El albergue para refugiados de IKEA duraría mucho más, permitiría un mejor control de la temperatura, ofrecería mayor privacidad a sus habitantes y aprovecharía la energía solar para proporcionar luz al albergue durante la tarde-noche.
Otra de las propuestas que a nivel internacional se han hecho para mejorar la vida de los refugiados y que resulta una gran innovación en el ámbito de la Arquitectura para campos de refugiados es la realizada por el arquitecto jordano-canadiense Abeeer Seikaly. Este arquitecto ha propuesto lo que se conoce como eco refugee shelters (eco albergues para refugiados), una especie de estructura creada a partir de una tela tejida e ingeniosamente plegada que se puede ampliar o reducir dependiendo de las necesidades de uso. La estructura de esta especie de tienda de campaña circular la convierte en una gran placa solar. La piel de la tienda recoge la energía solar y la transmite a una pequeña batería que, bajo la tienda, abastecerá de energía eléctrica a este refugio para desplazados, que, además, está capacitado para recoger y aprovechar, en caso de existir, el agua de lluvia.
Junto a todas estas propuestas vamos a destacar una propuesta made in Spain, la del proyecto AlegalCity. La idea de crear una ciudad de acogida de refugiados en el aeropuerto de Castellón (eso, resumiendo muy mucho, es el proyecto AlegalCity), ha partido de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Un sistema modular de barras metálicas, muy adaptable y flexible, es el fundamento principal de este proyecto de arquitectura para campos de refugiados.
Sin duda (y afortunadamente) existen más propuestas que, provenientes del mundo de la Arquitectura, se orientan a humanizar los campos de refugiados y su diseño y estructura. En este post sólo hemos intentado resaltar algunos de ellos aprovechando la publicación del referido artículo de Alejandro Domínguez Villa en el diario El Mundo y las noticias que han llegado desde Calais. En esta ciudad francesa, conocida por ser lugar de paso de todo aquél que quiera llegar a Reino Unido sin necesidad de coger un avión o embarcarse en un ferry, se han acumulado en los últimos tiempos, y según datos oficiosos, más de 9.000 desplazados de múltiples nacionalidades (sirios, kurdos, eritreos, afganos, iraquíes…). Las protestas de agricultores y transportistas franceses y la impotencia de una multitud de refugiados ante la imposibilidad de llegar al Reino Unido han convertido Calais en un punto caliente. La crisis humanitaria que se vive en Calais en estos días ha vuelto a traer a los medios de comunicación la relación entre Arquitectura y campos de refugiados. Por eso este artículo.