El incremento exponencial de la demanda de vivienda supone un reto para el sector inmobiliario. Ese reto se hace todavía mayor cuando se comparan las posibilidades reales de compra o incluso de alquiler de altos sectores de la población y los costes que, en cuanto a materiales y mano de obra, llevan implícitos los métodos tradicionales de construcción.
Buscando la manera de dar respuesta a estos retos, hay quien ha apostado por un método de construcción gracias al cual se reducen significativamente tanto el tiempo de construcción, como las materias primas utilizadas, como la mano de obra necesaria para llevar a cabo la construcción. Dicho método de construcción se fundamenta en la impresión 3D. En un artículo del diario El Mundo firmado por Raquel Díaz, se asegura que el abaratamiento de los costes de construcción de una vivienda de 30 metros cuadrados mediante impresión 3D llega al punto de que el coste de una vivienda de ese tipo es inferior, por ejemplo, al coste de un iPhone de última generación.
Al hablar de estos reducidos costes de construcción, Díaz habla del fruto resultante de la colaboración entre dos empresas italianas: Wasp y RiceHouse. Son estas dos empresas quienes han impulsado el proyecto Gaia. Gaia está basado en la construcción de pequeñas casas utilizando una tecnología de impresión modular denominada Crane Wasp. Gracias a esta tecnología, el constructor puede utilizar una impresora que, al tiempo que consigue un impacto medioambiental mínimo, construye estructuras de gran tamaño y puede imprimir tanto con geopolímeros como con hormigón.
Para fabricar la mezcla con la que imprimir las diferentes estructuras utilizadas para construir casas con impresora 3D, los impulsores del proyecto Gaia utilizan un material formado a partir de los siguientes materiales: suelo extraído en el mismo lugar en que se ubicará la casa y que tendrá, en la mezcla final, un porcentaje del 25% de la misma; un 40% de arroz cortado con paja, un 25% de cáscara de arroz y un 10% de cal hidráulica. Todos estos materiales se vierten en un molinillo en el que se combinan y, posteriormente, se integran en el sistema de impresión o impresora tridimensional de gran tamaño que sirve para imprimir las diferentes estructuras.
Esta mezcla de materiales, unido al uso de techos de madera, permite la construcción de unas viviendas en las que se mantiene una temperatura estable sin necesidad de recurrir ni al uso de aparatos de aire acondicionado ni al de aparatos de calefacción. Además, al planificar el diseño de cada módulo, los impulsores de este proyecto han tenido en todo momento que se había de colocar un gran ventanal orientado al suroeste para, de ese modo, aprovechar al máximo la luz solar y, así, ahorrar energía. Junto a estas dos virtudes, la vivienda construida con impresoras 3D gracias al proyecto Gaia presenta otra virtud capital en un territorio proclive a padecer movimientos sísmicos como es el italiano: la de tener propiedades antisísmicas gracias a la importante presencia de la paja en su estructura.
El interior de estas viviendas construidas con impresora 3D posee un revestimiento sellado con arcilla alisada con aceite de linaza que permite que estas viviendas puedan tener durabilidad. El tiempo de construcción de un habitáculo de este tipo (que puede servir tanto de vivienda como de taller, almacén, etc.) es de unas 100 horas y solo se necesitan dos personas para construirlo. ¿El coste? Tal y como informa Raquel Díaz en su artículo de El Mundo, unos 900 euros.
El ejemplo español
La propuesta de construcción de viviendas con impresoras 3D de las citadas empresas italianas no es la primera ni la última que se ve en el mercado. También en España existen empresas que están apostando por la construcción con impresoras tridimensionales. Una de ellas es la empresa valenciana Be More 3D. Hace ya unos meses que Be More 3D presentó la que tiene el honor de ser la primera casa construida en España con una impresora 3D. En este caso, el modelo piloto de esta empresa española se ubicó junto a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia y tiene una superficie de 24 metros cuadrados.
Para construir esta casa, Be More 3D utilizó una impresora de hormigón de 7 metros de ancho y 5 metros de alto. El director ejecutivo de esta empresa valenciana, Vicente Ramírez, explicó en su momento, y de una forma muy clara, cómo funciona esta impresora 3D de hormigón. Según el CEO de Be More 3D, dicha impresora “funciona como una manga pastelera de hormigón que se va moviendo y superponiendo capas, una detrás de otra”. Una vez superpuestas esas capas, se funden entre ellas para conseguir, de ese modo, un muro de hormigón armado.
La creación estrella de Be More 3D es una vivienda construida con impresora 3D de unos 70 metros cuadrados y con tres habitaciones. Esta vivienda, que consta de comedor, baño y cocina, alcanzaría un coste de 50.000 euros una vez estuviera lista para vivir.
Al hablar de las ventajas de la construcción con impresoras 3D, Vicente Ramírez resaltaba las siguientes:
- Se reducen los tiempos de construcción. En el caso de Be More 3D, la estructura de la vivienda puede estar realizada en un período de tiempo que oscila entre las 7 y las 12 horas. Después, la construcción al completo de la vivienda oscilaría entre el mes y medio y los dos meses.
- El modelo de construcción es ecológicamente más viable, ya que se minimizan los residuos resultantes de la construcción.
- Se reducen los costes de construcción alrededor del 35%.
- Se reducen los riesgos laborales al no tener que trabajar en altura.
Be More 3D nació como un intento de dar una respuesta rápida y de calidad al problema del acceso a la vivienda y también para dar una opción más a la hora de hacer frente a situaciones de emergencia o a catástrofes naturales que, en ocasiones, dan lugar a asentamientos de tiendas de campaña que duran años como tales.
El equipo de Be More 3D está convencido de la gran presencia que la impresión en 3D tendrá en un futuro próximo en el sector de la construcción. No en vano, la construcción mediante impresoras tridimensionales posibilitará, según afirman muchos expertos, la creación de formas más complejas y multifuncionales. Eso sí: son conscientes de que no van a poder sustituir completamente al sistema tradicional de construcción. Y es que, no hay que olvidarlo, este nuevo sistema de construcción se enfrenta a un hándicap fundamental: el de la escalabilidad de los proyectos. Para construir cualquier edificio, la impresora debe ser más grande que él. Y eso, sin duda, es una limitación importante a la hora de implantar este sistema de construcción. Eso sí: creada la tecnología básica, la industria de la construcción puede utilizarla para hacer servir en sus trabajos de construcción pequeños robots colaborativos de trabajen conjuntamente con la gran maquinaria que, tradicionalmente, se acostumbra a emplear en este sector.