Siempre se ha dicho que las grandes ciudades son el mejor lugar para tener acceso a la más amplia variedad de servicios que un ciudadano puede necesitar para satisfacer todas sus necesidades. Y eso es cierto. Pero también es cierto que una gran ciudad presenta múltiples inconvenientes para sus habitantes. Los altos niveles de contaminación sería uno de ellos. La habitual escasez de zonas verdes, otro. Por eso lo ideal acostumbra a ser vivir a tiro de piedra de esas grandes ciudades para, gracias a ello, disponer de la posibilidad de gozar de su oferta cultural y de ocio de una manera relativamente cómoda sin, por ello, tener que padecer las incomodidades y el estrés que implica vivir en una gran ciudad como Barcelona. En ese sentido, Sant Just Desvern es un pueblo ideal. ¿Por qué? Por varios motivos que vamos a ir desgranando en los siguientes párrafos.
El primero de ellos, capital, es que Sant Just Desvern es una población que ha tenido la suerte o la sabiduría de disfrutar de un crecimiento urbanístico pausado y equilibrado. Esto es, sin duda, un privilegio, estando Sant Just Desvern ubicado como está en la comarca del Baix Llobregat, una comarca en la que la alta densidad de población en sus poblaciones es una constante.
Las ventajas de vivir en Sant Just Desvern
Ubicado a unos 10 km del centro de Barcelona, Sant Just Desvern tiene una población total que ronda los 17.000 habitantes y disfruta de privilegio que la hace prevalecer, en cuanto a nivel de vida, sobre otras poblaciones de la comarca. Dicho privilegio es el de ser un municipio integrado en un 50% en el Parc Natural de Collserola, lo que permite a los habitantes de Sant Just Desvern disfrutar no solo de lo que para la salud tiene de beneficioso vivir junto a al gran “pulmón” del Área Metropolitana de Barcelona, sino también de una flora y fauna rica y única, así como de un amplio catálogo de rutas para recorrer la parte del parque natural que está integrada en el término municipal de esta privilegiada población. Lugares como el poblado íbero de la Penya del Moro, en el que pueden contemplarse restos de un asentamiento de la tribu íbera de los layetanos, así como los restos de unas murallas de una fortificación medieval, convierten a Sant Just Desvern en un lugar de indudable interés arqueológico.
Pero el interés de Sant Just Desvern no reside solo en su pasado, ese pasado del que dan fe las más de 20 masías diseminadas por todo el término municipal y los diez edificios modernistas catalogados como tal. Sant Just Desvern es una ciudad llena de presente y vitalidad. Esa vitalidad se plasma en su rica vida asociativa. En una localidad como ésta, con unas cifras de población tan alejadas de los más de 80.000 habitantes que exhiben otras localidades de la comarca, el que existan más de 130 entidades locales que centren su actividad en temas de carácter social, cultural, deportivo, juvenil, solidario, vecinal, etc., es el fiel reflejo de la voluntad de una población por cuidar el lugar en el vive y por convertirlo en algo especial.
Ricard Bofill y su edificio Walden
Es ese algo especial, sin duda, lo que en gran parte vislumbró un arquitecto de la categoría y el prestigio internacional de Ricard Bofill cuando escogió Sant Just Desvern como lugar en el que edificar una de sus creaciones más emblemáticas, el edificio Walden-7, y en el que fijar, también, su taller de arquitectura. Este taller de arquitectura, que recibe el nombre de La Fábrica, está instalado en el espacio que en su tiempo ocupó una fábrica de cemento que data del primer período de la industrialización de Catalunya. Ricardo Bofill ha explicado que al ver aquella fábrica, en el año 1973, vio una materia gigantesca formada por silos, salas de máquinas, galerías subterráneas y una gran chimenea. Esa materia gigantesca, afirma Bofill, pudo ser esculpida como una obra de arte, como una gran escultura, hasta quedar convertida en lo que, para el arquitecto barcelonés, es hoy La Fábrica: un universo cerrado que, protegiéndole del mundo exterior y del día a día, se ha convertido en un excelente lugar de trabajo.
Esa especie de flechazo que Ricardo Bofill sintió en su momento hacia este rincón tan concreto de Sant Just Desvern es similar a los que han ido haciendo que, a lo largo de los años, sean varios los personajes públicos que han escogido Sant Just Desvern como lugar de residencia. Baste citar a futbolistas como Ronald Koeman, a políticos como José Montilla, expresidente de la Generalitat de Catalunya, o a empresarios como Antoni Brufau, que lleva ya muchos años siendo presidente de Repsol, para hacerse una idea de hasta qué punto Sant Just Desvern ofrece las condiciones necesarias de calma y, al mismo tiempo, de status, que exigen a su lugar de residencia personalidades de esta relevancia. Y es que, no en vano, y según el barómetro del Instituto de Estadística de Catalunya (IDESCAT), Sant Just Desvern se encuentra entre los diez municipios de renta per cápita más elevado de Catalunya.
Ubicación de Sant Just Desvern
Al mismo tiempo, Sant Just Desvern es un municipio perfecta y rápidamente conectado con Barcelona: tiene acceso inmediato a la B23 y son solo 15 minutos los que se tarda, en tren, para llegar a la estación de Barcelona-Sants. Al mismo tiempo, las diferentes líneas de autobús, así como el tranvía, conectan a Sant Just Desvern, a través de la comarca, con la capital catalana.
Sin duda, Sant Just Desvern es un lugar ideal para vivir. Con todos los servicios al alcance de la mano y sin tener que padecer las incomodidades de quienes habitan en una gran ciudad, los habitantes de Sant Just Desvern pueden sentirse, sin duda, personas privilegiadas.