Hablar de Ciutat Vella es hablar del distrito que guarda las esencias históricas de Barcelona. El distrito de Ciutat Vella es, en puridad, el centro histórico de la ciudad, un territorio que está delimitado por la avenida del Paral·lel, las rondas (San Pedro, San Antonio y San Pablo), la calle Pelai, el Paseo de Lluís Companys y el parque de la Ciutadella.
A todo este territorio, que permaneció amurallado hasta 1859 y que está formado por los barrios del Gòtic, el Raval, Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera, hay que añadir el popular barrio de la Barceloneta. La Barceloneta, considerado el barrio más “joven” del distrito, se creó a mediados del siglo XVIII, cuando, tras la Guerra de Sucesión, se derribó parte del barrio de la Ribera para construir la Ciutadella.
Hablar del Gòtic es hablar de la manifestación urbana más antigua de Barcelona. Fue dentro de los límites de este barrio central de la historia barcelonesa donde se hallaba ubicada la romana Barcino. De la vieja ciudad romana se conservan múltiples vestigios y entre ellos, parte de su muralla. En la actualidad, quien pasee por el Gótic puede todavía contemplar parte de las viejas murallas romanas, que llegaron a convertirse, al aumentar la población de la vieja ciudad, en parte misma de muchos edificios.
Esta muralla, que tenía forma de octágono alargado, defendía la ciudad, pero, al mismo tiempo, la iba encorsetando conforme la población iba creciendo. Fuera de la ciudad, de hecho, habían ido creciendo pequeñas áreas con casa en los caminos que llevaban a la ciudad, creándose zonas habitadas más allá de las viejas murallas romanas, motivo por el cual el rey Jaime I, en pleno siglo XIII, ordenó la ampliación de las murallas. Estas nuevas murallas se expandieron por las rondas y la avenida del paralelo. Así, dentro de ella fueron formándose los barrios del Raval, Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera.
Rápidamente, toda esa zona fue poblándose de más y más personas, y la densidad de lo que hoy es el Distrito de Ciutat Vella, por tanto, fue incrementándose. La historia de Ciutat Vella es la historia de la conversión de los cementerios municipales en plazas públicas, de la progresiva desaparición de huertos, de la partición de grandes caserones, del aprovechamiento inmobiliario del mínimo espacio… Esa historia ha dado lugar a un paisaje de calles estrechas y de callejones en los que la luz parece ser un milagro que llegara filtrado entre los balcones y en el que la historia todavía palpita.
Escenario de múltiples enfrentamientos sociales a lo largo de su historia (las calles de Ciutat Vella vivieron en su día atentados anarquistas, huelgas indefinidas y barricadas), Ciutat Vella es hoy un distrito destinado principalmente al sector terciario. El sector de los servicios es, hoy, el sector que reina en un distrito que se ha convertido en el centro de comercio más importante de la Ciudad Condal.
Ciutat Vella hoy en día
El distrito de Ciutat Vella, además de un grandioso centro comercial lleno de tiendas de todo tipo, restaurantes, bares, etc., es un catálogo lleno de atractivos arquitectónicos. Quien se acerque a Ciutat Vella podrá contemplar los restos del templo romano de Augusto, así como los restos arqueológicos de la Barcelona romana, que pueden contemplarse en el Museo de Historia de la Ciudad, ubicado en la plaza del Rei, espacio en el que pueden contemplarse algunas de las dependencias reales de lo que fue la Corona catalana-aragonesa.
En pocos lugares pueden encontrarse auténticas joyas del gótico civil como puede hacerse en el Distrito I de Barcelona. Desde las viejas Drassanes Reials (ubicadas allí donde finalizara la muralla medieval, al final del Paral·lel) a la maravillosa iglesia de Santa Maria del Mar, pasando por la Catedral o los palacios del Ayuntamiento o la Generalitat o las iglesias de Santa Maria del Pi, Santa Anna, de Sant Felip Neri o de los santos Just y Pastor, Ciutat Vella ofrece al turista y a quien reside en sus calles un inacabable catálogo de atractivos arquitectónicos.
El distrito de Ciutat Vella tiene, además, una espina dorsal mundialmente famosa: la Rambla. No se puede hablar de Barcelona sin hablar de la Rambla, es calle serpenteante y llena de colorido que, durante 1,2 km de longitud, se extiende entre la Plaza de Catalunya (centro neurálgico de la ciudad) y el mirador de Colón, que está ubicado frente a lo que fue el antiguo puerto de la ciudad.
En la Rambla, esta arteria que marca el pálpito del corazón barcelonés, el visitante puede encontrar el multicolorido y lleno de vida Mercado de la Boquería, el Palau de la Virreina y un lugar que está unido indisolublemente a la vida de la ciudad y, en especial, al ocio durante muchas décadas de su burguesía: el Gran Teatro del Liceo. Al final de la Rambla, llegando casi al puerto, quien recorra este distrito barcelonés encontrará la Plaza Real, plaza porticada de inspiración neoclásica y que con el tiempo se ha convertido en centro de ocio, tanto diurno como nocturno, y donde se hallan algunos de los bares de copas más famosos de la ciudad.
Otros atractivos turísticos del distrito de Ciutat Vella son el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) o el Palacio Güell (todos ellos en El Raval); el Born Centre Cultural o el Museo Picasso (sitos en La Ribera) o el Palau de la Música Catalana (ubicados en el barrio de Sant Pere).
Todos estos atractivos convierten el distrito de Ciutat Vella en un lugar muy vivo económicamente hablando y, por tanto, muy atractivo como lugar de inversión inmobiliaria. Las rentas medias y bajas de sus habitantes tradicionales y la presión de la demanda de inmuebles en la zona (y en especial en algunos de sus barrios) derivada del éxito turístico de la ciudad ha hecho que muchos de esos habitantes tradicionales marchen del distrito y sean cada vez más los inversores (especialmente internacionales) que están adquiriendo viviendas en esta zona o estén interesados en hacerlo.