Hace ya unos años que los miembros del jurado del Premio Pritzker, conocido popularmente como el Premio Nobel de Arquitectura, decidieron premiar a un tipo de arquitectos que, lejos del glamour de los Foster, los Nouvel o los Gehry y de sus proyectos faraónicos e impactantes, se han dedicado a realizar un tipo de arquitectura muy cercana a la tierra en la que se realiza y que está siempre al servicio de las personas que tienen que utilizarla o vivir en los edificios fruto de ellas. Ése es el caso, por ejemplo, del arquitecto chileno Alejandro Aravena (premiado en 2016) y ése, también, el del arquitecto indio Balkrishna Doshi.

Balkrishna Doshi, que ha sido jurado del Premio Pritzker durante cinco años, ha sido premiado con dicho premio en la presente edición. El argumento principal del jurado para otorgar este prestigioso premio al nonagenario arquitecto indio es el de la integración que entre “pragmatismo” y “humanismo” se da en la obra de Balkrishna Doshi.

Preocupado siempre por integrar la arquitectura en la vida cotidiana de su país respetando, al mismo tiempo, la cultura del lugar, Balkrishna Doshi considera que todo lo que nos rodea, tanto los objetos como la naturaleza misma, forma parte de una sinfonía. Y es de esa sinfonía, sostiene Balkrishna Doshi, de lo que trata la arquitectura. O de lo que, en teoría, debería tratar.

Balkrishna Doshi, nacido en 1927 en Pune, inició sus estudios de Arquitectura en Bombay en 1947, es decir, el mismo año en que su país, la India, declaró su independencia. De entre todos sus maestros y las influencias que determinaron la tarea profesional de Balkrishna Doshi hay que destacar, con mayúsculas, un nombre: el de Le Corbusier. El trazo de Balkrishna Doshi es heredero del trazo de Le Corbusier. Fue el famoso arquitecto suizo quien mostró a Doshi cómo debe dibujarse. Éste, además, trabajó como aprendiz entre 1951 y 1955 en el taller que Le Corbusier tenía en París. Le Corbusier fue quien enseñó a Doshi el lenguaje moderno de la arquitectura y el uso del hormigón. Uno y otro se entendían, suele comentar Balkrishna Doshi, en un inglés mal hablado. La conversación con su maestro, ha sostenido Doshi, se volvía, en más de una ocasión, muy visual.

La obra de Balkrishna Doshi es fruto de la depuración. El arquitecto indio sostiene que la depuración de la arquitectura tradicional da como resultado una arquitectura moderna y alejada de las modas. Esa idea la heredó Doshi de quien fue su otro gran maestro, Louis Kahn. Fue el arquitecto estonio radicado durante muchos años en Filadelfia quien enseñó a Balkrishna Doshi que, depurado, lo arcaico mantiene su vigencia.

Para Balkrishna Doshi, urbanismo, paisajismo y arquitectura forman parte de un todo y no pueden entenderse por separado. La traducción visual de esta concepción de la arquitectura es la utilización de cilindros, grandes arcos y “bóvedas semienterradas”. Aprovechar el sol y las brisas es fundamental, sostiene Doshi, para edificar obras que deben servir para hacer más sencilla y placentera la vida de quien reside en ellas. Para Doshi, la arquitectura debe ser humilde, anónima y sin adjetivos. La obra arquitectónica, sostiene Balkrishna Doshi, debe ser medioambientalmente sostenible y eso sólo se conseguirá si esa sostenibilidad va de la mano de la sostenibilidad económica y de una marcada responsabilidad social. El arquitecto no puede dar la espalda a la sociedad, no puede construir de espaldas a ella y a sus necesidades.

Balkrishna Doshi ha centrado su trabajo como arquitecto en un objetivo fundamental: el de dotar a las clases más bajas de su país de una vivienda adecuada. Un proyecto prototípico de este estilo y con esta finalidad es el que Balkrishna Doshi finalizó en 1989 en Aranya, en las afueras de Indore, una ciudad del estado de Madhya Pradesh. Este proyecto constaba de una tupida red de casas, patios y caminos internos que servía para dar alojamiento a más de 80.000 personas.

Otras obras destacadas de Balkrishna Doshi, entre el aproximadamente centenar de proyectos que ha firmado en su carrera profesional, son la Facultad de Estudios Tecnológicos y Medioambientales CEPT, las viviendas sociales Atira, la Casa Kamala, el Teatro Tagore o las viviendas que construyó en 1973 para los trabajadores de la Life Insurance Corporation LIC. Todas estas construcciones se encuentran en Ahmedabad, la ciudad del estado de Guyarat, en la zona oeste de la India en la que Balkrishna Doshi vive, en la que colaboró en algún proyecto con Le Corbusier y en la que fundó y construyó sus escuelas de arquitectura y urbanismo. Balkrishna Doshi reside en una de sus grandes obras, la Casa Kamala. Es ahí donde ha recibido las felicitaciones por el prestigioso premio con el que ha sido galardonado y con el que se premian siete décadas de profesión y coherente creatividad.