El edificio de la plaza de Francesc Macià de Barcelona conocido como Edificio Winterthur (en él se ubicó, durante muchos años, la sede de la famosa aseguradora) ya ha sido protagonista de algún artículo en nuestro blog. En su momento ya comentamos cómo este edificio, destinado en un inicio a convertirse en un hotel, sería finalmente un edificio con ocho viviendas de alto standing (una por planta), varios servicios comunitarios (piscina o gimnasio, entre ellos) y un espacio comercial de 3 plantas. Ha sido precisamente uno de los espacios comerciales del edificio Winterthur el que ha sido adquirido por un grupo de inversores que, capitaneados por la familia Grifols (propietaria de la famosa empresa farmacéutica), ha desembolsado una cantidad que ronda los 40 millones de euros.

La inversión realizada por la familia Grifols sería una inversión especialmente significativa (más allá del montante total de la operación) por el hecho de simbolizar lo que, según se apunta en un artículo publicado por Marcos Lamelas en El Confidencial, sería el regreso de las grandes fortunas catalanas a la inversión inmobiliaria.

Lamelas apunta a la combinación del exceso de liquidez de algunas de estas family offices y a la permanencia de los tipos de interés bajo como motivos fundamentales de este progresivo retorno de las fortunas catalanas al mercado inmobiliario. Seleccionar cuidadosamente una inversión para, gracias a ella, conseguir la propiedad de un local céntrico parece ser la motivación fundamental de estas grandes fortunas catalanas que desean invertir en el mercado inmobiliario.

Esta política de compra de activos inmobiliarios por parte de las fortunas catalanas, que siguen así la estela inversora de grandes fortunas españolas como Amancio Ortega (propietario de Inditex) o Isak Andic (presidente de Mango), choca, sin embargo, contra una realidad: en Barcelona no sobra la oferta inmobiliaria. Ése es un dato que no puede obviarse y al que ya hemos hecho referencia en más de una ocasión en nuestro blog. Las circunstancias particulares del mercado inmobiliario barcelonés hacen de éste un mercado en el que la oferta siempre es escasa con respecto a la demanda. Este hecho, lógicamente, impulsa al alza los precios del metro cuadrado en el mercado inmobiliario de la capital catalana.

Otro ejemplo de cómo las grandes fortunas catalanas han optado por la inversión inmobiliaria como forma de diversificar sus inversiones y obtener de ese modo unos interesantes beneficios a medio o largo plazo es la compra por parte del grupo Peralada (famoso por ser el propietario de diversos casinos, entre ellos el Casino de Barcelona) del número 85 del Passeig de Gràcia. ¿El precio del inmueble comprado? Unos 50 millones de euros. Eso es lo que se han embolsado los antiguos propietarios, el grupo andorrano Ribas Reig, por la venta de dicho edificio. En la planta baja del mismo se encuentra una tienda Versace. Como indica Marcos Lamelas en su artículo, la presencia de una marca así “garantiza un buen alquiler a largo plazo”.

Un ejemplo más. Carbó, Botet y Elías, socios propietarios de Caprabo, se encontraron con un buen excedente de capital en 2007 cuando vendieron Caprabo a la marca Eroski. Caboel, la family office creada para gestionar y vehicular dichos excedentes, compitió junto a otros inversores y se hizo con la propiedad de un edificio de 3.800 metros cuadrados ubicado en el número 81 del citado Passeig de Gràcia y que pertenecía a la aseguradora española Generali Seguros.

El periodista económico Marcos Lamelas señala en su artículo cómo esta tendencia inversora de las grandes fortunas catalanas incide en la línea de diversificación de negocio que ha caracterizado siempre a la familia Tous, propietaria de la famosa marca de joyería. Tous ha ejercido tradicionalmente una política inversora centrada en el ladrillo. La familia Tous, por ejemplo, es propietaria del local del 118 de la Rambla de Catalunya en que se haya ubicada La Perla Gris, del local comercial del número 75 de Passeig de Gràcia (en que se encuentra una tienda de Rolex) o del local de la joyería Rabat, también ubicada en el mencionado Passeig de Gràcia. No hace falta resaltar que el alquiler de dichos locales a las referidas marcas provee a la familia Tous de unos importantes ingresos regulares.

El retorno de las grandes fortunas catalanas al mercado inmobiliario es un indicativo más del atractivo que para los inversores tiene Barcelona. Una inversión inmobiliaria en Barcelona se convierte, pues, en una atractiva opción de negocio para todo aquel inversor que, a medio o largo plazo, desee obtener unos interesantes beneficios.