Barcelona se ha convertido en objeto del deseo de los inversores inmobiliarios británicos. La capital catalana ofrece a dichos inversores una alta rentabilidad y los inversores ingleses están buscando opciones de negocio inmobiliario que les proporcione márgenes de beneficios más amplio que los que les concede un mercado inmobiliario, el londinense, en el que los precios de la vivienda han alcanzado sus máximos históricos. En la actualidad, el precio del metro cuadrado de una vivienda nueva en el centro de Londres oscila entre los 10.000 y los 15.000 euros.
En Barcelona, los inversores inmobiliarios ingleses parecen haber encontrado esos márgenes de beneficio comprando propiedades verticales que estén necesitadas de reforma. Realizadas dichas reformas, que en ocasiones llegan a ser integrales, los pisos se ponen a la venta o se alquilan temporalmente a la espera de que los precios del mercado se incrementen hasta cotas que permitan mayores beneficios en la operación de compra-reforma-venta.
Para muchos analistas, el comportamiento de estos inversores inmobiliarios británicos no es nuevo. De hecho, lo que empieza a suceder en la actualidad con Barcelona es aproximadamente lo que ya sucedió en su momento con el Marais parisino. En años pasados fueron muchos los inversores británicos que compraron propiedades inmobiliarias en el citado barrio parisino. La reducción de los márgenes de beneficio en el Marais son los que han hecho que los inversores inmobiliarios del Reino Unido hayan buscado nuevo destino para sus inversiones y que para ello hayan empezado a recalar en una ciudad, Barcelona, que sin duda está de moda en toda Europa. Basta comprobar cómo el número de turistas que visitan la capital catalana se incrementa de año en año para constatar hasta qué punto la ciudad se ha convertido en destino turístico muy deseable para visitantes de todo el mundo.
A la hora de buscar zonas de inversión dentro de Barcelona, los inversores inmobiliarios ingleses optan por viviendas que estén situadas en el centro de la ciudad. El Raval y el Born son, junto al Eixample, las zonas preferidas de los inversores ingleses en la capital catalana. En los dos primeros pueden encontrarse edificios enteros que, maltrechos, pueden comprarse a un precio que oscila sobre el millón de euros. Ese precio, y una vez reformadas las viviendas del edifico, puede pagarse por una sola de ellas. ¿Quién compra finalmente esos pisos que los inversores inmobiliarios ingleses han reformado? En la mayor parte de los casos, también ciudadanos británicos que desean adquirir una vivienda de lujo en el centro de una ciudad como Barcelona.
La vivienda es para estos inversores un valor refugio y, en ese sentido, España en general y Madrid y Barcelona en particular se convierten para ellos en destinos muy atractivos tanto para los pequeños inversores como para las socimis y grandes fondos de inversión. Éstos apuestan generalmente por grandes edificios o por oficinas. Los pequeños inversores, por su parte, apuestan por el residencial.