Hay palabras que, dependiendo del contexto en que sean usadas, pueden ser consideradas un concepto positivo o, por el contrario, pueden ser contempladas como algo negativo y con lo que hay que acabar cuanto antes. La palabra “stock” es una de ellas. El cuándo el stock llega al exceso y se convierte en problema es algo que no puede ser acotado de manera matemática. Las circunstancias coyunturales y particulares de quien acumula ese stock determinará hasta qué punto ese stock se mantiene dentro de unos márgenes adecuados o, por el contrario, ese stock ha alcanzado unos niveles que pueden poner en riesgo la existencia empresarial misma de quien acumula ese stock que, por unos motivos o por otros, ha traspasado con creces los límites de lo conveniente para quedar encharcado en el lodazal de lo excesivo y de lo sumamente arriesgado.
Si hay un sector de la economía en el que la palabra stock se ha considerado un concepto especialmente negativo ése es el inmobiliario. El estallido de la burbuja inmobiliaria hizo que el stock de pisos sin vender adquiriera un volumen que lo convirtió en un importante quebradero de cabeza tanto para los promotores inmobiliarios como para la banca que había heredado una parte muy respetable de dicho stock.
Poco a poco, la incipiente recuperación económica ha hecho que ese stock de pisos sin vender haya ido disminuyendo progresivamente. Miles de viviendas que en un principio parecían de difícil venta o prácticamente invendibles se han ido vendiendo durante los últimos meses. Aun así, el BBVA calcula que en toda España hay un total de alrededor de 135.000 inmuebles que no se han vendido. Algunos de esos inmuebles serán finalmente vendidos. Otros seguramente permanecerán como símbolo de unos tiempos en las que no todas las cosas se hicieron de la manera más adecuada.
En estos nuevos tiempos en los que parece que la crisis (o, al menos, lo peor de ella) ya quedó atrás, el mercado inmobiliario va experimentando un lento pero imparable crecimiento. Sabedor de todo el sufrimiento acarreado en los últimos años, el mercado inmobiliario anda con pies de plomo. No es tiempo para la aventura, parece decir. Y para demostrarlo, nada mejor que los hechos. Y los hechos apuntan a que, cada vez más, la compra de pisos sobre plano vuelve a ganar terreno en el mercado inmobiliario español. Muchos promotores, así, intentar huir como gato escaldado de la construcción sin venta asegurada. El aumento de stock sin vender es el demonio al que hay que esquivar a toda costa y no hay mejor manera de eludir su presencia que fomentando la venta sobre plano. Ésta, en la actualidad, concentra el 58% de la oferta de viviendas. El otro 42% de dicha oferta corresponde a lo que se conoce como venta de inmuebles “llave en mano”. Es decir: viviendas nuevas terminadas y preparadas para que el comprador entre a vivir.
La crisis, pues, ha ayudado a cambiar el comportamiento de los demandantes de vivienda. Hace poco nadie quería comprar un piso sin verlo terminado. Ahora, la venta de pisos sobre plano permite acceder a un precio ajustado a una vivienda nueva y con mejores servicios. En algunos puntos determinados del país, este interés en la vivienda sobre plano ha provocado que vuelvan a aparecer las listas de espera y las promociones vendidas en tiempo récord.
Como siempre sucede en economía, esta presión de la demanda tiene un efecto directo sobre la oferta. Ésta se hace más cara. Es decir: el precio de los inmuebles se incrementa. Eso ha podido comprobarse en el mercado inmobiliario de la venta sobre plano. Viviendas de una misma promoción pueden acabar valiendo más que las compradas al inicio de la comercialización de dicha promoción si la demanda ha sido muy numerosa y las primeras ventas se han realizado de una manera muy rápida.
Consejos para comprar una vivienda sobre plano
Este notable repunte de la venta inmobiliaria sobre plano, sin embargo, no impide que mucha gente siga teniendo importantes reticencias a la hora de decidirse favorable o negativamente al hecho de comprar un piso sobre plano. La experiencia del estallido de la burbuja inmobiliaria es demasiado reciente y no son pocas las personas que vieron desaparecer el dinero invertido en la compra de un piso sobre plano comercializado por una promotora que fue a la quiebra o que, cuanto menos, tuvieron que emprender un arduo camino de reclamaciones legales para recuperarlo. Por eso es importante tener siempre presente una serie de consejos si se desea adquirir una vivienda sobre plano.
El primero de todos ellos radica en informarse sobre quién es el promotor y, sobre todo, sobre si es ya el propietario de las tierras sobre las que se edificará o no.
El segundo, lógico, es el de leer detenidamente todas y cada una de las cláusulas del contrato privado en que se sustenta una compraventa de piso sobre plano.
El tercer consejo al que todo comprador de vivienda sobre plano debería hacer caso es al de solicitar unos planos de la vivienda a la vez que se firma el contrato. En éste debería especificarse que el promotor no puede variar unilateralmente el diseño de los pisos.
El documento, además, debe incluir los siguientes datos: precio final de la vivienda comprada sobre plano (IVA incluido) y fecha exacta (nunca aproximada) de la entrega de llaves.
Los pagos que se realicen deben ser hechos mediante transferencia bancaria a una cuenta independiente abierta por el promotor. Esos pagos deben ir destinados única y exclusivamente a la edificación del edificio, nunca a la compra del suelo en que el mismo será edificado o a otro tipo de gastos.
El último consejo a tener en cuenta por quien quiera comprar una vivienda sobre plano es exigir un aval general y uno particular que garantice la devolución del dinero entregado en caso de que, por algún motivo indeterminado, la promoción no pueda ser realizada y el comprador no pueda recibir su vivienda.